De un tiempo a esta parte, los materiales usados en la construcción han ido cambiando, cobrando protagonismo algunos como el hormigón o el aluminio.

Entre las últimas tendencias en el uso de este metal, más allá de las ventanas y puertas a los que se estaba acostumbrado, es verlo en espacios como fachadas y revestimientos, por ejemplo, en forma de paneles que ofrecen flexibilidad y un diseño único gracias a las formas que se le pueden dar y los distintos cortes que permiten la nueva maquinaria industrial para aluminio.

La personalización de este tipo de sistema estructural, como por ejemplo vigas o columnas ha permitido edificaciones más ligeras, de alta resistencia y que permiten, por ejemplo, en zonas como hangares y puentes peatonales, la modulación de las partes. Para los arquitectos, está convirtiéndose en un gran aliado por el buen rendimiento, además, térmico que tiene tal como explican en empresas como Maq Master.

Ahora que es un punto clave el contar con elementos sostenibles, los sistemas diseñados de revestimiento y protección solar permiten controlar de una forma absoluta los tamaños, la entrada de luz y calor y mejora de esta forma directa la eficiencia energética y el confort interior de los edificios.

No hay que olvidar su versatilidad como techo ya que sus láminas permiten que duren en el tiempo a la intemperie sin apenas mantenimiento, reduciendo por su bajo peso la carga sobre la estructura del edificio.

Dentro también de los mismos han ganado su espacio en la fabricación de los componentes que sirven tanto a los ascensores como a las escaleras mecánicas ya que su resistencia y capacidad de soportar carga, a la vez que su bajo peso, permiten jugar con el diseño para garantizar su utilidad sin sobrecargar los espacios.

Quizás también te interese:  Guía definitiva: Cómo construir una estrategia de desarrollo sostenible para emprendedores

Actualmente, la cifra de producción de aluminio ronda los 33.1 millones de toneladas, una cifra que además contrasta dada la subida de precio que han ido sufriendo en los últimos años las materias primas, incrementando su valor unas medias de entre el 20-25% de su coste previo a 2019.