– La periodista Alejandra de la Fuente denuncia en una investigación la «precariedad» de las cuidadoras de empleadas de hogar o cuidadoras de mayores y dependientes
MADRID, 08 (SERVIMEDIA)
La periodista Alejandra de la Fuente, que acaba de publicar el libro ‘La trabajadora infiltrada’, con el que se ha hecho pasar por una joven que busca empleo en nueve sectores diferentes para destapar los «abusos» y «precariedades» que existen, considera que «muchas empresas exigen a sus trabajadores lo que puede dar una persona y un poquito más, pongamos un 30% más, lo que genera enormes problemas de diferente tipo».
De la Fuente, que es creadora de la plataforma ‘Mierda Jobs’, explicó en una entrevista con Servimedia que esto genera problemas de salud al empleado, tanto de carácter físico como mental, dificulta la prevención de riesgos laborales «y, por supuesto, afecta a la calidad de la atención que se presta a los clientes o pacientes».
A su juicio, esto es especialmente grave en los sectores sociosanitarios, porque las personas requieren de una atención adecuada. «Todos nos merecemos nuestro tiempo de dedicación, y más si estamos hablando de cuidar personas. Y las tienes que atender con unos mínimos, para no reventarte la espalda», apuntaló esta periodista.
Para su investigación, Alejandra se creó nueve personajes falsos para fingir buscar empleo en otros tantos sectores durante una semana en cada uno. En concreto, trata de encontrar trabajo como teleoperadora; camarera; dependienta; limpiadora; peluquera y esteticista; empleada de hogar, como interna o externa; repartidora; comercial/captadora, y auxiliar sanitaria. Además, aporta pruebas de chats y pantallazos de ofertas laborales que otorgan todavía mayor veracidad a su relato.
La investigación la realizó a caballo entre la anterior legislación laboral y la que fue aprobada por el Gobierno en diciembre de 2021 con el acuerdo de sindicatos y patronal. «Me gustaría decir que noté más la diferencia, pero todavía sigue habiendo muchos abusos», lamentó esta periodista, que sí percibió que se empezaban a ofrecer más contratos fijos discontinuos.
«Por desgracia, hay muchos espacios de precariedad que son cultura arraigada en este país y existe muchísima impunidad. También se juega bastante con el miedo de los trabajadores y trabajadoras», ahondó de la Fuente, para sentenciar: «Hay demasiadas cuestiones en nuestro mapa laboral que hacen que estemos así».
DISCRIMINACIÓN POR SER MUJER
Para la autora del libro, existe una clara «discriminación» y «mayor precariedad» en los sectores más feminizados y, en los que no están copados mayoritariamente por mujeres, estas sí que sufren muchas situaciones de trato diferenciado con respecto a los hombres. En las páginas de la obra, Alejandra narra cómo para trabajar de camarera en un restaurante le preguntaron que si sabía bailar y que no se preocupara, que aunque tendría que hacerlo si los clientes se lo pedían, no tendrían que «tocarla».
«¿Cómo es posible que como algo positivo te digan que no tienen que tocarte? ¿Y que te pidan que para ser camarera tienes que bailar?», se preguntó indignada esta periodista. Además, relató otras escenas que ha vivido, como que para trabajar en un domicilio supiera hacer «masajes relajantes» o que se le preguntara en reiteradas ocasiones si tenía pensado ser madre.
Asimismo, denunció que el machismo está presente también en que, por ejemplo, a las mujeres limpiadoras que emplean productos como la lejía no se les paga ningún plus de peligrosidad, mientras que en sectores masculinizados sí se hace esto cuando trabajan con sustancias tóxicas.
PRECARIEDAD EN CUIDADOS
De la Fuente también puso el foco en la entrevista en la «precariedad» existente en los sectores de los cuidados, lo que no solo se da en empresas como las residencias de personas mayores o en situación de dependencia, sino en los trabajos que ofrecen domicilios particulares.
De hecho, no solo denunció la vulneración de derechos que perpetran las empresas en empleos reglados, sino también escenas que suceden en el ámbito de las familias. «Personas que en sus trabajos no les gustan que las traten mal, pero luego ellas sí lo hacen con quienes emplean en su casa», criticó esta periodista.
A este respecto, confesó que aunque en todos los sectores ha comprobado situaciones «muy duras», el peor ha sido el de empleada de hogar, tanto de forma interna como externa.
Alejandra achacó parte de la precariedad del empleo doméstico a que las propias familias tienen trabajos con salarios bajos y por tanto no pueden pagar más, pero aclaró que no todo responde a ello. «Si no te lo puedes permitir, no tengas a nadie entonces. Y si es una situación de necesidad real, es donde sí entran en juego otros factores como que debería haber más ayudas a la dependencia para que este sector no esté tan precarizado», analizó.
Finalmente, la periodista subrayó la fuerte incidencia de jornadas parciales en sectores como el de los repartidores o el de comercial. «Te piden estar disponible todo el día para que a lo mejor trabajes muy pocas horas, lo que además, al tener que estar localizable, te impide tener otro trabajo o poder organizar tu vida», concluyó la autora de ‘La trabajadora infiltrada’.