Hablar de previsiones para este año cuando las noticias hablan de la llegada de una tercera ola y con el comienzo de nuevos confinamientos en algunos de los países europeos es complicado.
Lo que está claro es que no se puede paralizar la economía como se ha venido haciendo durante meses pasados porque no existen remanente posible que aguante de nuevo una economía dormida.
Para hacerse una idea de eso basta con echar un vistazo a los bancos, quienes están apurando para hacer fusiones y minimizar las pérdidas al máximo ya que, según se ha publicado, hasta casi 35.5 millones de euros fueron los que se quedaron sin repartir durante el 2020.
Han caído pilares de la economía española como el turismo o el automóvil, y, aunque desde Europa intentan llegar los fondos, ni se les ve ni se les espera en el corto plazo salvo que el gobierno se ponga en marcha con planes que no parecen llegar al ciudadano de a pie.
«Se habla de ayudas, pero no de su otra cara, de la cotización en renta, de que no durarán para siempre, de que se sigue destruyendo empleo y de que si la gente se acomodara con ello, no se incrementaría la afiliación a la seguridad social sino todo lo contrario. Están subiendo impuestos que afectan a todos porque las cuentas no salen. Aunque la previsión es mejor que la de 2020, porque es imposible que sea peor, no parece que vaya a ser suficiente para que en la calle se note. Si ya cae también la inmobiliaria y, pasadas las navidades, el gasto en comercio, seguirán cerrando pymes» explican algunos economistas.
España, por su propia geografía, debe cambiar su modelo productivo y basarlo en la energía verde. Actualmente se podría conseguir abaratar para el consumidor las energías, pero también ser pioneros y servir a Europa. Si se diera el paso, en serio, no con parches, podríamos ver cómo la cuenca mediterránea consigue hacerse con la producción de energía eólica, solar e incluso aprovechando el movimiento de las olas.