Poniendo el ojo en lo que nos rodea

Con frecuencia el ser humano permanece completamente ajeno a muchas de las cosas de su entorno.

Y es que, pocos son los que alguna vez se han preguntado qué es lo que hace que un simple exprimidor eléctrico gire, un coche teledirigido se mueva, un buque no se oxide en el agua de mar o que tampoco lo haga un depósito o tubería de agua dulce.

La respuesta es sencilla para aquellos que algo tienen que ver con los componentes eléctricos, y mucho más sencilla para los que cuentan con una dilatada carrera a sus espaldas, como es el caso de ARKALE Técnico Comercial, “tras el funcionamiento de los pequeños electrodomésticos, los juguetes, las máquinas de vending, las fumigadoras, las herramientas portátiles y los asientos de masaje, por mencionar solo algunos casos, se esconde siempre un micromotor eléctrico”.

Sin embargo, “cuando lo que se desea en proteger una superficie metálica de los efectos corrosivos de un fluido con el que está en permanente contacto, se recurre a los ánodos de protección catódica. En el caso de los buques, por ejemplo, los ánodos empleados impiden que el acero se corroa, pero además deben desempeñar otra función, la conocida como antifouling o antiincrustante, evitando de este modo que las algas y otro tipo de microorganismos se adhieran al casco. En el caso de los depósitos y tubos, así como en las calderas y calentadores de agua, se emplean también ánodos de protección catódica que, aunque de distintos tamaños y materiales que los comentados anteriormente para los buques, siguen los mismos principios”.

Pero, ¿sabes qué es realmente la protección catódica y para qué sirve?

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“La protección catódica es el conjunto de dispositivos que protege a un elemento, por ejemplo, un depósito de agua, de la corrosión. Siendo la corrosión el conjunto de fenómenos fisicoquímicos que da lugar al deterioro del elemento, generalmente siguiendo un proceso de oxidación-reducción”.

“Para paliar los efectos que la oxidación-reducción puedan causar en el depósito se emplean ánodos de magnesio o ánodos electrónicos. La diferencia fundamental entre ellos es que los primeros deben ser sustituidos con el paso del tiempo mientras que los segundos no”.

Este puede ser un buen momento para comenzar a preguntarse el por qué de las cosas.

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